jueves, 15 de diciembre de 2011

Diario de Adán y Eva


(...)
He perdido el Jardín, pero lo he encontrado a él, y estoy contenta. Me
ama tanto como puede; yo lo amo con toda la fuerza de mi naturaleza apasionada y esto, creo, es lo propio de mi edad y de mi sexo. Si me pregunto
por qué lo amo, me doy cuenta de que no lo sé, y realmente no me importa
demasiado saberlo; por eso supongo que esta clase de amor no es un producto de la razón y de las estadísticas, como el amor que se asiente por
otros reptiles y animales. Creo que así debe ser. Amo a ciertos pájaros por
su canto; pero no amo a Adán por la manera en que canta, no, no es eso:
cuanto más canta menos me resigno. Sin embargo, fui yo la que le pidió que
cantara, porque quiero aprender a gustar de todo lo que le interesa. Estoy
segura de que puedo aprender, porque al principio no podía soportar su
canto, pero ahora puedo. Es capaz de cortar la leche, pero no importa; puedo
acostumbrarme a la leche cortada.
No es causa de su inteligencia que lo amo; no, no es eso. No hay que
culparlo por el estado de su inteligencia, porque él no se hizo a sí mismo, él
es como Dios lo hizo y eso es bastante. Hubo un propósito sabio en ello, eso
lo sé. De a poco se irá develando, aunque creo que no será repentino; además, no hay apuro, está bastante bien tal como es.
No es por sus modeles graciosos y considerados ni por su delicadeza
que lo amo. No, tiene defectos en al materia, pero está bastante bien así y
está mejorando.
No es por laboriosidad que lo amo; no, no es eso. Creo que la lleva
dentro, pero no sé por qué me la oculta. Es mi única pena. En o demás es
francio y comunicativo conmigo, ahora. Estoy segura de que no me oculta
nada, excepto eso. Me apena que guarde secretos conmigo y a veces pensar en eso arruina mi sueño, pero lo alejaré de mi mente; no va a turar mi felicidad que, por otra parte, está colmada.
No es por su educación que lo amo; no, no es eso. Es autodidacto y sabe realmente un montón de cosas; pero no sin así como él las sabe.
No es por si caballerosidad que lo amo; no, no es eso. Me ha lastimado,
pero no lo culpo. Es una peculiaridad de su sexo, pienso, y él no hizo su sexo. Por supuesto que yo no lo hubiese lastimado, antes muerta; pero eso
también es una peculiaridad de mi sexo de la que no voy a sacar ventaja,
porque yo no hice mi sexo.
Entonces, ¿por qué es que lo amo? Sencillamente porque es masculino,
pienso.
En el fondo es bueno, y lo amo por eso, pero podría amarlo aun cuando
no lo fuera. Si me golpeara y abusara de mí, seguiría amándolo. Lo sé. Es
una cuestión de sexo, pienso.
Es fuerte y apuesto, y lo amo por eso, y lo admiro y estoy orgullosa de
él, pero podría amarlo sin esas cualidades. Si fuese simple lo amaría; si estuviese estropeado lo amaría; y trabajaría por él, y sería esclava por él, y rogaría por él, y velaría junto a su cama hasta morir.
Sí, pienso que lo amo simplemente porque es mío y es masculino. No
hay otra razón, supongo. Y por eso pienso que es como dije al principio: que
esta clase de amor no es el resultado de la razón y de las estadísticas. Sólo
llega –nadie sabe de dónde– y no se puede explicar. Y no necesita serlo.
Eso es lo que pienso. Pero sólo soy una chica, y la primera que ha analizado la cuestión, y puede ser que en mi ignorancia e inexperiencia no lo haya hecho bien.
(...)

EN LA TUMBA DE EVA

ADÁN: Donde quiera que ella estaba, allí era el Edén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario